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Montag, 4. Mai 2015

La tentación de cambiar la Historia

Últimamente he estado enganchada a dos series basadas en hechos históricos con toques de ficción. La primera es una de las grandes series de televisión estadounidense producida por la cadena HBO, emitida entre los años 2005 y 2006, que se llama Roma y narra la caída de la República y el comienzo del Imperio Romano con Julio César, Marco Antonio y César Augusto.
La otra serie de televisión es de origen español y ha supuesto un gran éxito de espectadores y de crítica: El Ministerio del Tiempo. Esta serie de ficción española que desarrolla una trama interesante puesto que mezcla las aventuras de sus personajes y la divulgación histórica, ha dado una bocanada de aire fresco a la cadena nacional española – según mi opinión personal, y la de muchos españoles, TVE se ha convertido en una cadena conservadora que sigue el ideario político del partido de derechas que está en el poder. Por este motivo, ha resultado una grata sorpresa que TVE haya decidido financiar una serie de ficción que, indudablemente, suponía muchos riesgos de que prosperase y fuese rentable a la cadena española por la novedad sobre su contenido y el tratamiento de la historia, ya que no suele ser atractiva para los televidentes. Los guionistas y creadores de este producto son los hermanos Pablo y Javier Olivares, que además han sido también los responsables de la otra serie de ficción de buena calidad, Isabel, que está  inspirada en la vida de Isabel la Católica.  
La trama de la serie El Ministerio del Tiempo se resume en una de las grandes preguntas de la humanidad: ¿Qué pasaría si alguien tuviera el control de poder cambiar la historia? Precisamente esta posibilidad de viajar a través del tiempo mediante unas puertas que se encuentran en el Ministerio del Tiempo es la idea principal de la serie. Además, surge otra noción fundamental y que se sintetiza en una gran cita anónima “solo los vencedores escriben la Historia”, es decir, la Historia nunca es relatada de forma neutral y objetiva, y posiblemente nunca se conocerá la veracidad de lo que realmente ocurrió en un época relevante para el desarrollo y la conformación de una nación o de una sociedad determinada. Por ese motivo es interesante que se presenten hechos históricos puntuales que pudieron transcurrir de otra forma o que hayan intervenido personas que luego fueron obviadas en su transmisión posterior.
Por supuesto que la idea de viajar a través del tiempo no es novedosa y ha sido ya abordada tanto en la literatura como en películas y series extranjeras. La primera aparición de esta temática es la novela de ficción La máquina del tiempo del escritor británico Herbert George Wells, publicada por primera vez en Londres en el año 1895 por William Heinemann y aunque no trata de mundos paralelos, persigue una finalidad moralizante. 
Otras obras de la misma temática es la longeva y laureada serie de ficción británica Doctor Who, en el que su “máquina del tiempo” es la nave TARDIS - muchos críticos aseguran que la ficción española tiene muchas semejanzas a la británica. Además, no hay que olvidar la mítica película ochentera que -por lo menos a mí - marcó la infancia y/o adolescencia de muchos “Back to the Future” (“Volver al futuro” en español) con Doc y Marty McFly.
Volviendo otra vez a “Ministerio del Tiempo”, no sólo una serie necesita una buena idea para que triunfe, sino también hace falta que haya una correlación de la trama con sus personajes y precisamente este aspecto el que más me llama la atención – aunque por supuesto que disfruto de las aventuras y desventuras que ocurren cada vez que atraviesan una puerta a un pasado remoto de suma importancia para la Historia de España. A medida que avanza la serie, los personajes se van descubriendo y sus traumas personales salen a flote. Los tres protagonistas principales que conforman el grupo de viajeros en el tiempo son muy diferentes entre sí, y no sólo porque hayan nacido en diferentes épocas – más bien en diferentes siglos: Alonso Entrerríos, el “soldado perfecto y honorable” del siglo XVI, Amalia Folch, una mujer muy inteligente y avanzada para su época, el siglo XIX y el enfermero del presente 2015, Julián Martínez, que vive traumado desde la muerte de su esposa – no hay spoilers puesto que el primer capítulo es la presentación de estos tres personajes.
De los tres personajes el que más me he sentido identificada es el de la jefa al mando de la patrulla, Amelia Folch. Una mujer de gran inteligencia perteneciente a la burguesía catalana que fue una de las primeras mujeres que estudiaron en la Universidad de Barcelona y que suele sentirse incomprendida y desubicada por sus compañeros de carrera y por su familia, que desean que se convierta una mujer de “bien”, es decir,  que encuentre pronto un marido para casarse y forme una familia y deje de lado su curiosidad científica. Resulta gratificante que en el guión de una serie no se olvide de la figura de las mujeres que formaron parte de la Historia que muchas veces han sido relegadas u olvidadas en los manuales históricos. Estas mujeres se convirtieron en referentes para su época y, gracias a su labor, introdujeron avances culturales enfrentándose a un mundo dominado por hombres.  
Otro de los aspectos menos relevantes pero que también tiene su gracia es el que encarna el director del Ministerio del Tiempo. Salvador es el jefe que a todos nos gustaría tener – yo me iría de “cañas” o a tomar cervezas con él. Es el primero que vive por y para el Ministerio, no parece un jefe incompetente y dictatorial y también es el encargado de hacer ironías y guiños a los hechos históricos fallidos o a describir la idiosincrasia tan patria que provoca en primer lugar sonrisas en el espectador pero más tarde lleva a la reflexión e incluso a la vergüenza nacional: “El “mal” español no es la sífilis, sino la impuntualidad”.
Por último, me gustaría añadir los juicios morales que van apareciendo entre sus personajes y van olvidando el cometido inicial de sus misiones. ¿Acaso no es demasiado tentador poder cambiar la historia general o un momento trascendental de nuestra vida personal?